Capricho navideño en Valdivielso – La
lotería del teniente coronel Garmilla.
¿Quién no se
daría un capricho si le tocara la lotería de Navidad? Pues bien, eso es sin
duda lo que decidió en las Navidades de 1895 el afortunado teniente coronel
Garmilla, que entonces era solo un capitán, destinado en Pamplona desde junio
de aquel año. Seguramente don José de la Garmilla López llevaría ya tiempo
acariciando la idea de construirse o comprar una casita modesta para pasar el
retiro en Valdivielso, pero, al tocarle un buen pellizco en la lotería de
Navidad, decidió, ¿por qué no?, echar la casa por la ventana y hacerse una
villa elegante y original. El resultado de aquella ilusión que el golpe de
suerte navideño le permitía hacer realidad, ya lo conocemos: es la coqueta y
caprichosa Villa Susana, la Casa Roja de Valdenoceda.
¡Cuántas
veces nos habremos preguntado, al pasar por allí, cómo es que alguien construyó
una casa tan original! Llama la atención ver esa villa de la Belle Époque, tan
diferente de las casonas, mejores o peores, pero siempre sencillas y austeras,
que se han construido tradicionalmente en Valdivielso. Según la foto antigua
que conocemos, Villa Susana no solo tenía la bella fachada que podemos
contemplar en la actualidad, sino también otros curiosos adornos de madera, y
algo que la hacía aún más vistosa: una hermosa filigrana sobre las crestas de
los tejados. Uno esperaría ver algo así en las afueras de París, o en los
bosques que rodean Berlín. ¿Quién pudo ser tan loco como para construir aquello
en Valdivielso? Pues está claro: alguien que había jugado en Navidad al número
34.318, premiado con 30.000 pesetas al décimo, lo cual era una auténtica
fortuna en 1895. Sabemos por la prensa que en la compañía que mandaba el
capitán Garmilla se distribuyeron dos décimos de dicho número, es decir, un
total de 100 pesetas, y muy repartidos, pues los soldados jugaban
participaciones de un real o dos reales. Esto hace suponer que los suboficiales
jugarían un poquito más, y mucho más los tenientes o el propio capitán. No
sabemos cuánto le tocó exactamente a don José, pero hay que pensar que, dado su
rango, se llevaría un gran pellizco de las 60.000 pesetas que cayeron en el
cuartel.
El entonces
capitán Garmilla, con el dinerito del premio de la lotería en el bolsillo, se
puso sin duda a hacer planes. Aprovechando una baja
por enfermedad, se desplazó a Valdenoceda entre
mediados de julio y mediados de agosto de 1896. El 20 de agosto tenía que salir
hacia Santander, donde iba a embarcar para la isla de Cuba con su afortunada, o
no tan afortunada, compañía. Que a uno le toque la lotería de Navidad y a los
pocos meses tenga que irse a la guerra, es sin duda una situación que da mucho
que pensar. Las navidades del 96 y las del 97 las pasaría el capitán Garmilla
en Cuba, combatiendo en aquella cruenta guerra colonial. Él era un militar de
carrera, con experiencia en la Tercera Guerra Carlista y en otros conflictos.
Sabría muy bien lo que le podía pasar. Poniéndose en lo peor, ¿decidió tal vez
que el dinero sirviera para dejar un bello recuerdo y una morada de ensueño a
su viuda? ¿Aprovechó la estancia veraniega en Valdenoceda
para poner en marcha la construcción de Villa Susana? Sería interesante
consultar los datos del Registro de la Propiedad. Aunque en la verja de la
entrada se puede leer “Año 1900”, sabemos por la hoja de servicios de don José
que este regresó de Cuba en septiembre de 1898 y que, apenas cuatro meses
después, en enero de 1899 fijó ya su residencia permanente y definitiva en Valdenoceda. Tal vez la villa no estuviera entonces
terminada, pero todo hace pensar que al menos la idea de construirla habría
surgido mucho antes. Puede que los detalles de la decoración estuvieran
inspirados en la arquitectura colonial que don José de la Garmilla había visto
en Cuba, pero no cabe duda de que el presupuesto partió del premio navideño,
que el proyecto sería anterior a su partida hacia la guerra, y que la belleza y
el encanto de la casa tendrían mucho que ver con el deseo de hacer feliz a doña
Susana Antón, la amada esposa que pasó dos años de angustiosa espera. La suerte
en la lotería de Navidad, la fatalidad de tener que partir a una guerra lejana
y el amor que crece con la ausencia son los tres vértices sobre los cuales está
construida Villa Susana. Dicho de otro modo, la diosa Fortuna, Marte y Cupido
forjaron un sueño que hoy sigue siendo una realidad.
Dejando a un
lado a Marte, dios de la guerra, que está muy bien brillando lejano en las
noches claras de Valdivielso, y a Cupido, cuyas flechas son imprevisibles, me
quedo con la diosa Fortuna, que aún envuelve con su halo la casa del teniente
coronel Garmilla. No seré yo quien pase por delante de su verja sin susurrar el
número de la lotería de este año. Seguro que la diosa escucha. La lotería de
Navidad volverá a dejar felicidad en Valdivielso. Posiblemente este mismo año.
Mertxe García Garmilla